Like This - Una fragancia que celebra el retorno a uno mismo

Familia Olfativa: Ambarada floral especiada

Notas de Salida: Mandarina jugosa, jengibre chispeante, acorde cálido de calabaza

Notas de Corazón: Siempreviva dorada, neroli luminoso, rosa aterciopelada

Notas de Fondo: Vetiver terroso, heliotropo cremoso, almizcle envolvente

Perfumista: Información no disponible

Año de Lanzamiento: Información no disponible

La búsqueda de la felicidad comienza con un susurro interior. Un anhelo sutil que se abre paso entre pensamientos cotidianos y rutinas predecibles. A veces, te impulsa a cruzar fronteras, físicas y emocionales, en busca de algo que no sabes nombrar. Te pierdes en paisajes desconocidos, en ciudades de luz dorada, donde los idiomas bailan entre sí como notas en una sinfonía extranjera. Pruebas sabores intensos, descubres olores extraños, electrizantes… y por un momento, te preguntas: ¿Es esto la felicidad?

Otras veces, ese deseo toma la forma de alguien. Un rostro, una voz, una mirada que parece leerte el alma. Te lanzas con esperanza, creyendo que en ese otro encontrarás respuestas. Que esa persona podrá llenar tus vacíos, calmar tus tormentas, reconstruirte desde dentro. Pero cuando la bruma se disipa, quedan solo más preguntas, más huecos, más espejismos. Y una nueva pregunta, susurrada en lo más profundo: ¿Eres feliz ahora?

Así es un perfume que no promete respuestas, sino refugio. Una caricia aromática que no busca deslumbrar, sino reconectar. Desde su inicio, con la dulzura chispeante de la mandarina y el picor estimulante del jengibre, propone un viaje. El acorde de calabaza —inesperado, envolvente— aporta una calidez reconfortante, casi como volver a abrazar una memoria de infancia.

En el corazón, se despliegan las flores con intención casi poética. La siempreviva, con su carácter dorado y eterno, es un tributo a lo que perdura. El neroli, fresco y puro, ilumina el alma con su toque cítrico y floral, mientras la rosa aporta un susurro romántico y melancólico, como una carta escrita a mano que se guarda en el cajón del corazón.

Pero es en el fondo donde esta fragancia cobra su significado más profundo. El vetiver terroso recuerda la firmeza de la tierra bajo los pies; el heliotropo, con su dulzura empolvada, acaricia como una manta tejida con recuerdos felices. Y el almizcle, suave y envolvente, te arropa con la familiaridad de una piel conocida: la tuya.

Así no es una huida, es un regreso. Una celebración silenciosa de ese instante donde dejas de buscar fuera porque descubres que todo lo esencial ya vive en ti. Es la fragancia de un hogar emocional. El perfume de quien ha viajado lejos solo para reencontrarse consigo mismo, renovado, entero.

Y al ponértelo, no puedes evitar sonreír. Porque reconoces ese olor. Porque te reconoce a ti. Porque, por fin, sientes que estás…en casa.